Henry de Toulouse Lautrec / Por Juan Jorge Bautista Gómez
Henry de Toulouse Lautrec
Juan Jorge Bautista
Gómez
http://youtu.be/aAE6pzRRByk
http://youtu.be/aAE6pzRRByk
Lautrec, el gran artista francés, que
según desinformados comentaristas, le reprochan haber tirado su vida y
genialidad en la displicencia y en la inercia licenciosa, más esto no es así
del todo.
Si bien el gran pintor de la
modernidad, pasó sus días azules entre bailarinas, cabarets, prostitutas,
jugadores y profesionales etilistas, lo cierto es que desde éste ambiente, bien
“devengó el pan”, aunque viniendo de una familia acaudalada, esta vorágine de
la productividad capitalista no pertenecía a su plan de vida.
Varios cientos de obras en tela y
papel en diversas técnicas como el óleo, el acrílico, el pastel, el carbón y la
acuarela, además de obras la gráficas, han sido documentados al día de hoy, lo
cual deja en la lona esa presunción de que el genio desperdicio su agudeza.
Más allá de ello, los contextos
en los que se instalaba el creador, eran los que él mismo se procuraba y le
interesaba conocer con intensidad, y no sólo acudía a los mismos como aficionado,
turista o visitante ocasional, no, él era parte del contexto, se incorporaba e
integraba a la algarabía de la vida bohemia, y no solo compartía el espacio de
trabajo, sino además comía, bebía, vivía y dormía en y con el mismo.
Lautrec, así, era parte de ese propio
contexto, formaba parte del mismo, y por ello logró comprenderlo, disfrutarlo y
sufrirlo, a grado tal de que sus obras que reproducen la imaginería del cabaret
y la bella época parisina, son únicas en su tipo y al día de hoy son insustituibles
en la historia del arte.
El método de trabajo de éste
artista es sumamente interesante y particular, pues propiamente era una especie
de metodología de orden etnográfico, en donde el experimentador, el
investigador, el artista, va, se inserta, se involucra y se vuelve sin notarlo
parte del propio proceso de su creación.
Lautrec no era un artista que
ocasionalmente se paraba frente a sus modelos y tiraba líneas con la sola
frialdad de la habilidad manual, no, él no tenía modelos estrictamente, su vida
diaria estaba rodeada de modelos, así, el genio modernista no tenía la
necesidad de asumir posturas postizas o teatralizantes, su desarrollo en cuanto
artista y creador era por decirlo de algún modo altamente vivencial y
sociologista.
Quizá sin intención de ello, él
inaugura esta forma de ser artista, no ya en un taller apartado de la mundanal
realidad plasmando poses postizas y estilizadas, o pintando paisajes a cielo
abierto, o reproduciendo naturalezas muertas intencionalmente montadas.
Lautrec fue un artista que
reprodujo sus contextos con la máxima realidad; en sus figuras, si bien se notan
la festividad suelta, la risotada desparpajante, la alegría etílica, la
mundanal pasión, la grotesca bacanalidad y la bullanguería en desenfreno;
también se pueden leer en sus obras, la carga pesada que es la vida después de
una trasnochada, la explotación del gremio del entretenimiento, la marginalidad de clase, la tristeza, la
soledad de la bailarina, el bufón y el saltimbanqui.
Quizá esta necesidad por reproducir
las caras de la realidad humana con toda naturalidad y crudeza, le venga al
genio como una necesidad de sublimar sus propios problemas de salud y motrices,
producto de la endogamia de sus ascendentes y de su vida entregada a la bohemia.
Así, Lautrec es un artista que no solo
retrata personajes, sino que, en sus obras se representa una época, un momento
urbano, una situación social, un modo de ser, una forma de existir, una forma
de manifestarse, así, se trata de un analista de su medio. Y es que, el artista
comprometido, no puede quedarse satisfecho con la simple representación de
formas y colores, sino que, debe poseer la cualidad para construir con sus
obras observaciones y críticas que sean enriquecedoras de la realidad de su
época. Es decir, el artista no sólo debe concebirse a sí mismo como un productor
de estética, sino que ha de comprometerse además con la ética.
Y este compromiso ineludible lo
ha realizado éste maestro creador con gran prestancia, y gracias a esto, las
generaciones que tenemos el privilegio de conocerle y de conocer su obra un
siglo y medio después, podemos constatar con cierta naturalidad el gran poder
del arte. Gracias Lautrec por tu entrega apasionada en esta vida.
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