Palabrería: Carta para nadie

Palabrería


Carta para nadie

Tango del mediodía

Tango de la triste figura.

Tengo un tango
que tiene tiempo
y temple
y nada.

Temprano el tango
lava sus tímpanos
para escuchar trompetas.

Nadie sabe si el tango tiene tiempo
para caer en la trampa del bandoneón cansado.

Al mediodía tengo un tango que tiene temple
porque es extraño que tenga tiempo,
el triste tango.

J.




Jesús Rito García



Quisiera contarte que esta noche no hay mucho que contarte. Es en serio, no lo dudes; además no digas nada si repito mil veces las palabras “esta noche”. Mi exilio-encierro va empeorando. Cada vez me cuesta más escribir algo coherente. Por ejemplo, en esta ocasión te escribo una carta. Mientras afuera el buen Garfio cuida la casa y le ladra a las sombras. Te escribo para contarte algunas cosas que suceden en la vida de cualquier oficiante de la escritura. Imagina que vivo en un pequeño cuarto con techo de lámina, en un lugar caluroso, donde por las noches te dan ganas de estar dormido en las aguas del río. Pero obviamente la gran cantidad de mosquitos no te darían la menor oportunidad. Mientras intento escribirte esto, me dan ganas de cerrar definitivamente la computadora e irme a dormir. Pero la siesta de la tarde se pasó de su media hora, y ese retraso no me deja dormir, mientras los demás sí duermen.

Continuemos. Pero de qué podemos hablar, o mejor dicho, de qué te puedo hablar. No lo sé. En estos días no puedo escribir poesía. Las musas están en huelga. Ayer vi a una parada en una esquina, con un vestido rojinegro. También la mujer que se sienta frente a mi escritorio, en la oficina, sólo deja que le robe un par de besos y le vea sus bellas piernas que me enloquecen; no más. Me tiene definitivamente a pan y agua. Pero a ti qué te puede importar estas malas pasadas que nos da la vida a los que sólo resultamos sensuales con las ideas. Sí, eso sí, sólo piden que les escribas versos y más versos. Me imagino que lo mismo dicen las poetisas. ---esos malditos musos que no te voltean a ver, ni cuando les levantas la falda--- Pero en esta noche que preferiría estar bien dormido y roncando, como me imagino tú lo haces, en cambio yo, escribo esta carta para nadie. En verdad que no tengo a quién dirigírsela, así que si deseas tomarla y leerla, hazlo. No pasa nada, ni tú sabes quién soy yo, y a mí no me preocupa que leas las incoherencias que pueden ocurrírsele a un sonámbulo, ya que siendo las cuatro de la mañana, y envuelto en un nube de mosquitos que me rondan la cabeza, no se puede decir que sea alguien en sus sano juicio. Lo ideal sería tener un televisor y cambiarle mil veces de canal hasta que te duermas. Debería haber una canción de cuna que se llame “El televisor”.

Creo que el buen Garfio ha dejado de ladrarle a los fantasmas y a las luciérnagas; y ahora retoza felizmente. Como lo envidio, en verdad estaría feliz ladrándole a cualquier cosa hasta cansarme y que nadie se queje o arme alboroto; en cambio, estoy escribiendo una carta ficcional, o sea que no pertenece al plano de la realidad sino de la verosimilitud, porque sí está pasando lo que les cuento. Pero ya habrán pasado algunas horas después de leerlo. Además, en parte no sucede nada y sucede todo, como en los sueños. ¿Acaso alguien puede decir que lo que soñamos es falso? Si todo lo vemos y lo tocamos en ese momento. Nadie puede dudarlo, y quien lo haga que se pierda de mi vista, que no me interesa conocer a gente que no se deleite con un sueño. Qué tal si en este momento yo les digo que estas letras que ven en la pantalla o en el papel son falsas, son un sueño de alguien que soñaba que no tenía sueño. En fin. Está amaneciendo y me gusta a ver el despertar de las aves que viven en los árboles. No sé ni qué aves son, no me interesa; sólo su bello alboroto. Me recuerda a los días en que mi madre nos levantaba de la cama para ir a la escuela y odiaba bañarme. Y mis hermanos corrían y todo era un alboroto en casa, desde muy temprano. Creo que eso sucede con esas aves, despiertan a sus polluelos que no quieren salir de su nido.

Estoy parado en el patio, la luz se vuelve dueña del día y el frescor de la mañana me somete. Aquí está la mañana y yo con sueño…

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