La tragedia cultural oaxaqueña

Nota roja VII

La tragedia cultural oaxaqueña






  • Los medios electrónicos están cerrando las brechas entre los que poseen los medios y los que no; ya que no es necesario estar esperando que alguna editorial lea tus escritos y los publique, porque hay una infinidad de formas de publicar y difundir los trabajos. Sin dudarlo, esa puede ser una buena escapatoria para los jóvenes oaxaqueños.


Por Gadamer Kalamín

Esto sí es una verdadera nota roja, cosa que sólo existe por estos lugares, como Oaxaca. Hace algunos días, fue sustraída de mi habitación la computadora en la que traigo gran parte de mi trabajo, principalmente los últimos avances de mi novela.
No podía creer tal hecho, por tal motivo, me dirigí con el gerente del hotel, el cual, de la manera más estúpida, intentaba decirme que no me entendía, cuando bien sabemos que por estos lugares, nunca salen de las palabras más básicas para usar su idioma.
Por eso, me decía que no tenía conocimiento de tal asunto y que llamaría a las autoridades para hacer las investigaciones necesarias con el personal del hotel, cosa que hasta el momento no ha dado ningún resultado, por tal motivo estoy en un café-internet, desde el cual estoy escribiendo mi colaboración.
Haber perdido la última versión de mi novela, es algo muy común en la historia de la literatura, hay tantos casos. Que para no recordar mi triste historia, decido medir mis fuerzas, no la de mis puños, pero sí la de mis palabras para hablar de una nota roja aún mayor: la tragedia cultural oaxaqueña. Hablo de tragedia, en el sentido más amplio de la palabra, ya que es tan terrible lo que sucede en este lugar en el sur de México.
Cuando recién llegué, me maravillé por todo lo que representa esta ciudad, las calles, su gente, la comida y principalmente su cultura; la diversidad que se percibe. Pero esa es la parte más superficial, la cara bonita para que el turista se sienta con ganas de regresar a gastar sus dólares cuantas veces guste.
El problema es cuando comienzas a convivir con las personas locales y te das cuenta que su mundo es un poco distinto, que su idea de cultura es diferente, además que hay una enorme carencia educativa que se percibe en todo momento. Aunque muchas personas que he conocido, reconocen que lo que saben, viene de su propio esfuerzo, principalmente los jóvenes escritores, que viven un verdadero infierno. Ya que me han comentado, que es imposible vivir de la escritura por estos lugares, principalmente por un caso muy especial, el manejo de las instituciones de gobierno en el ámbito cultural.
Primero, me comentaron que la persona que preside la denominada secretaría de cultura, es un personaje que fue sobrino de un escritor llamado Andrés Henestrosa, quien fue reconocido más por ser político, que por sus escritos, de los cuales no conozco ninguno. Resulta que esta persona, que ni es administrador, ni se dedica a nada que tenga que ver con la cultura, lleva varios años en este lugar, desde el régimen priista, gobierno que estuvo plagado de violencia e injusticias.
Resulta que ese personaje, fue ratificado, no por su desempeño, sino por su servilismo ante personajes que controlan el ámbito cultural.
El manejo de lo que llaman, “secretaría de cultura”, parece ser, se ha visto plagada de corrupción, desde hace muchos años y en diferentes gobiernos. Una de las formas es el favorecer a personajes que dicen ser escritores o artistas y les publican sus libros, sin ser sometidos al mínimo escrutinio de especialistas, ni por competencia. Después, las ediciones que tendrían que pertenecer al gobierno y hacerlas llegar las bibliotecas, son entregados a los supuestos artistas para su venta y manejo. Cosa que resulta ser un verdadero robo. Lo mismo sucede con los catálogos de arte y ediciones con costos impensables para un estado tan pobre. Además las reediciones de los libros del laureado escritor Henestrosa.
Con respecto a los apoyos para el fomento a la escritura, resulta ser una verdadera burla, ya que no hay ningún respeto por las convocatorias, ni mucho menos por el proceso de selección, cosa que provoca aún más apatía entre los jóvenes, ya que dichos apoyos, sólo se otorgan por camaradería, (esto, según comentarios de los mismo beneficiados) cosa que resulta ser lo más infame para “fomentar” la creación, ya que supuestamente eligen a un jurado, o colegio, que son los que otorgan los beneficios a sus alumnos sin menor miramiento. Ellos fungen como coordinadores de talleres literarios, escuelas o cosas similares y a la menor provocación corrompen a sus pupilos, ya que lo único que logran es vulnerar su talento, porque al obtener una bolsa, o ganar un premio por camaradería, es lo más patético que existe en el mundo. Eso se puede esperar en la política, en los negocios, en el crimen organizado, pero en el ámbito cultural, es lo peor. Pero indagando un poco más, no sólo es una práctica local, sino nacional. Por tal motivo, los verdaderos artistas se pierden en el intento y los demás se convierten en payasos que entretienen a sus maestros con reverencias. Al puro estilo monárquico.
Bueno, esa es una parte de la larga lista de males que aquejan a los creadores. porque en realidad hay excelentes narradores, poetas y artistas plásticos; quienes tienen que luchar de manera individual para sobresalir en un ambiente más político que cultural. Otro de los sucesos, que no sólo incumbe a las partes gubernamentales, son las iniciativas particulares, que en la mayoría de las veces resultan ser cotos de poder de filántropos y comerciantes de la cultura. Los cuales sólo aportan una mínima parte de su dinero para realizar festivales, ferias de libros y coediciones; además de realizar verdaderos museos de la presunción.
Cómo funciona esto, pues deciden hacer grandes obras en beneficio de la cultura. Primero, organizan festivales o eventos magnánimos, donde la mayor parte del dinero la reciben del mismo gobierno local o federal. Por otra parte, realizan publicaciones en coedición con alguna institución gubernamental o universidades. Ellos aportan una parte de dinero, pero ese dinero regresa a sus manos, ya que el gobierno termina comprando todos ejemplares. A mayor o menor escala, eso sucede. El problema es que es difícil confiar en comerciantes y artistas megalómanos que lo único que quieren es beneficiarse a la menor provocación. Además que toman a Oaxaca como un excelente espacio de venta de imagen: La pobreza y la cultura.
Los problemas son graves, pero es posible que puedan escapar del sistema “feudo” cultural oaxaqueño a partir de los espacios creados por los propios artistas. No es necesario buscar una beca o un premio, mientras estén plagados de estos males. Lo bueno es que ya no se puede estar a la espera de un reconocimiento local. Los medios electrónicos están cerrando las brechas entre los que poseen los medios y los que no; ya que no es necesario estar esperando que alguna editorial lea tus escritos y los publique, porque hay una infinidad de formas de publicar y difundir los trabajos. Sin dudarlo, esa puede ser una buena escapatoria para los jóvenes oaxaqueños.

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