Se hacen parques y espacios dedicados a los héroes de nuestra historia, infinidad de monumentos, calles, avenidas, edificios, tantas cosas llevan nombres de patriotas, pero difícilmente puede haber algo dedicado a un científico, a un taxista, a un albañil, a un pintor, a un cartero, a un poeta. En verdad todos se preguntarán ¿para qué?
Existen infinidad de calles y avenidas que no sabemos ni quiénes son, o qué diablos hicieron por nuestra patria. Un problema puede ser no conocer bien la historia, o que a los gobernantes se les ocurre cambiarle el nombre a una calle como se les viene en gana, por ejemplo, si se muere su perro: “Calle Firulais esquina con Solovino, cerca de la Av. Guadalupe H. de M. en la colonia José M.” Así de simple es nombrar las cosas. Parece que cada nueva parte de la ciudad debe ser nombrada a la fuerza, sin una idea del ambiente y de las cosas particulares de la zona, no como dice García Márquez al Inicio de su célebre novela Cien años…: “El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.” Sería preferible señalar todo con el dedo a tener eso nombres. O como dice el poeta Manuel Bandeira: “Cómo eran lindos los nombres de las calles de mi infancia / Calle del Sol / (tengo miedo que hoy se llame Dr. Fulano de Tal) / Atrás de casa estaba la Calle de la Saudade… / …donde se iba a fumar a escondidas… / de lado de allá el malecón Calle de Aurora.”
No pido que a partir de ahora las calles y las plazas tengan nombres de artistas; pero si una calle puede tener el nombre de un político, alguno que no haya sido tan bien visto por todos, ¿por qué no puede tener el nombre de una persona que no le hizo daño a nadie?, como un cartero, y que sólo cumplió con su labor y su familia y bebió unos tragos y fue al cine y jugó cartas y se enamoró y nunca se fue de su pueblo o de su ciudad.
A partir de esto, tomo como referencia un parque muy particular que existe en la ciudad de Oeiras, en Portugal. El Parque de los poetas, el cual resulta ser una muy interesante antología de poesía portuguesa. Desde que entras al lugar puedes ver fragmentos de poemas grabados en todo el piso. Mientras vas caminando puedes encontrarte esculturas de sus autores, es un bello diseño y un excelente lugar para ir a leer. Además de saber quiénes eran a partir de sus palabras. Tiene unas fuentes con chorros de agua que salen como brisa de mar, además de espacios como el Bosque de la poesía, un teatro al aire libre, juegos infantiles y una pequeña laguna artificial. Este parque fue inaugurado en el año 2003 por la Cámara Municipal de Oeiras, una ciudad que se encuentra a unos minutos de Lisboa, la capital de Portugal
Alguna vez estuve ahí y me maravillé con tanta poesía, no pensaba que fuera posible que en algún lugar del mundo los poetas tuvieran un espacio, obviamente no es el mismo a los héroes de las revoluciones, nada parecido a Stalin, George Washington, Sadam Husein, Mao Tse Tung o Benito Juárez. Grandes personajes de la historia mundial que han tenido infinidad de bustos y sus pueblos los aclamaron y los aclaman, todavía. No, para nada pedimos eso, pero sí tener la dicha de pasear por un parque donde haya versos y cuentos para que los leas, para que descubras la palabra y sus acertijos.
El caso del Parque de los Poetas es un caso muy especial, no dudo que en muchos lugares existan enormes bustos a sus músicos, actores, pintores… así como debería haber nombres de calles con personajes de la vida común, de los que día a día con sus acciones y su vida, llenan el silencio de los pueblos y las ciudades. Imaginemos un parque llamado el parque de los albañiles y los taxistas. Tal vez el rincón de los carpinteros. Con nombres de muchas de estas personas que han hecho de sus oficios un arte. Nada está de más, nada está de menos. Ni los poetas, ni los políticos, ni los músicos ni los carteros tienen ganado el cielo. Nadie espera que exista una calle con su nombre, bueno, creo que nadie debería esperarlo. Pero sí sería estupendo que en nuestras tierras existieran calles, parques y jardines con nombres e historias simples.
El tamaño de nuestra realidad A mediados de agosto de 2014 invitamos a varios escritores oaxaqueños o radicados en el estado a participar en una antología de cuento. La petición fue la siguiente: escribir un texto a partir de una nota periodística. El carácter de la noticia lo dejamos a su criterio: ciencia, economía, internacional, policiaca, política, etc. Cualquiera valía, como también el dónde y cuándo de su publicación. Indicamos la extensión. Puestos en la mesa aquellos requisitos, tenían toda la libertad para escoger el rumbo a seguir. Si la inspiración provenía de un hecho real, no seríamos los que se opusiesen al nacimiento de otros mundos posibles. Aquella invitación se hizo meses antes de que en la ciudad de Iguala, Guerrero, ocurriese uno más de los crímenes que han marcado, y seguirán haciendo, la vida del país. Uno más, decimos, porque no se puede olvidar que en las hemerotecas hay galerías del horror mexicano todavía impunes. El estado de Oaxaca no es la exc
Palabrería Elementos de la tradición y nuevas formas en “Recuérdame en alta mar” de Rafael Alberti. * Jesús Rito García. Recuérdame en alta mar, amiga, cuando te vayas y no vuelvas. Cuando la tormenta, amiga, clave un rejón en la vela. Cuando, alerta, el capitán, ni se mueva. Cuando la telegrafía sin hilos ya no se entienda. Cuando ya al palo-trinquete se lo trague la marea. Cuando en el fondo del mar seas sirena. La crítica señala Marinero en tierra, y en especial a la segunda parte de este libro con una influencia de la lírica popular, neopopulista o neotradicionalista. Como dice Juan Ramón Jiménez en la carta de presentación, es “poesía ‘popular’, pero sin acarreo fácil: personalísima, de tradición española, pero sin retorno innecesario: nueva; fresca y acabada a la vez; rendida, ájil,[sic] graciosa, parpadeante: andalucísima.” [1] En otras palabras y como lo explica Andrés Soria Olmedo acerca del neopopulismo o neotradicionalismo, “consiste en el uso poético de la poe
Palabrería El locus amoenus y el locus terribilis de la poesía Jesús Rito García Escribir poesía, dicen algunos, es una guerra constante; algunos otros piensan que es como dormir en una nube de algodón o caminar sobre la arena tibia del mar. En fin, las dos teorías pueden ser muy válidas. Así como existen poetas que nos muestran en su poesía un locus terribilis, también están aquellos que nos llevan de la mano y nos van mostrando lo fantástico del locus amoenus. En Poesía existen todas las posibilidades. Por ejemplo, las trágicas vidas que terminaron en suicidios, y que alcanzaron la gloria poética, así como la gloria de la catarsis; tantos ejemplos podemos citar, como estudios se han hecho de ellos, el suicidio es un leitmotiv poético heredado del romanticismo. Pero también están aquellos que llevaron una vida llena de cuidados y tranquilidad; que hasta el final de sus días hicieron lo que siempre supieron hacer tan bien, crear una gran obra. En siglos pasados, cuando no existía
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