“Niña Luz” de Juan García, se presenta en Madrid

Por Juan Jorge Bautista Gómez
El
Café Berlín de Madrid (Calle
Jacometrazo 4, centro), fue el escenario en donde Juan García, presentó recientemente su nuevo disco “Niña
Luz”.
Once
canciones componen esta obra artística musical de este compositor y cantautor
Mexicano-Español o Español-Mexicano, que para el caso da lo mismo, pues al
menos de bote pronto, en este caso parece que el orden de los factores no
altera el producto.
Así,
en este foro art decó, especializado en la música alternativa y el jazz, se
presentó acompañado por Mili Vizcaíno en los coros, Juan Pablo Toch en la
guitarra, Pedro Barceló en la batería y Pablo Sánchez en el Bajo.
Ante
un lleno total el cantautor Juan García, interpretó una a una las rolas que
integran su álbum debut como solista. En términos genéricos todas las canciones
constan de una melodiosa introducción y marchan en aparente cautela hacía una
explosión musical y vocal llena de poder y fuerza que acomete hasta al
espectador más distraído llenándolo de pletórica emoción.
El
concierto está lleno de vida a partir de ese momento, los músicos se entregan a
sus ritmos y al público se le agita el miocardio. ¡Tensión, emoción, dolor,
placer, todo se conjuga sin distinción, el paroxismo en vilo!
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Juan García |
Recuerdo
claramente como nuestro cantautor de hoy, Juan García Álvarez, en los años de
infancia conocido en ese entonces como el “Juanelo” retozaba en los recreos de
media hora que entre clase y clase se ofrecía a los chavales de la Escuela
Primaria Urbana Federal “Niños Héroes de Chapultepec” en plena Verde Antequera,
y ahí, se veía raudo y veloz al pequeño y escurridizo rubito Juanelo, que era
bastante conocido entre la comuna por ser particularmente inquieto y algo
contestatario, y por ello, en no pocas ocasiones terminaba sus correrías en la
dirección de la escuela ante la fulminante mirada del director del plantel
profesor Froilán Vásquez Cruz, quien era célebre por los jalones de oreja y de
patilla que a la menor provocación utilizaba para reinstaurar su orden entre
los chamacos latosos.
Algunos
lustros después recuerdo al jovial Juanelo ensayando con su banda oaxaqueña
algunas rolas de su repertorio rockero en la Casa-Comuna que por San Felipe del
Agua Oaxaca, alquilaban los amigos músicos y pintores para hacer su arte, ahí
mismo ensayaban Miguel Corpus, Álvaro Torres, Edgar Cortés, el famoso Cuco,
Alejandro Blanco, Jorge Villegas, y muchos más; era la época en que las bandas
de rock en Oaxaca eran Cuero y Metal,
Lucrecia, Cripta, Holocausto, Exhumación, y algunas más “fresonas”
como Magnun Opus; mientras los
pintores Víctor Díaz, Antonio Bolaños, Heladio Brena, y otros, experimentaban tras
bambalinas con su plástica; se trataba de una pléyade de jóvenes artistas que
compartían pasiones generacionales y una amistad sin cortapisas.
El
caso es que, al inicio del concierto en el Café
Berlín, muy cerca de la Plaza de Callao, de este inconmensurable Madrid, el
cantautor dijo ante el micrófono, “¡Hola soy Juan García y soy Oaxaqueño!” lo
que propicio un nutrido aplauso, arrancando el concierto.
Ascensor.
Ala delta. La carretera. Maratón. Limites azules. Cumbia del millón. Noche de
escarabajos. Días buenos. Loco. Somos uno. Y Niña luz (semilla). Fueron
ejecutados con gran pasión y entrega.
Juanelo
dejó claro que dedica éste disco y toda su poética, a su compañera de vida Yuri
y a su bien amado hijo Tadeo, quien alcanzó apenas, los dos años de edad.
Al
salir del Café Berlín, con la emoción
aún encendida, caminé por la Gran Vía, hasta la afamada calle Montera, tratando
de encontrar calor en este invierno madrileño, mientras pensaba para mí: no ha cambiado en nada mi camarada Juanelo,
sigue siendo el mismo, y ahora esta convertido en un artista contestatario, que
suerte tiene que Don Froilán Vásquez Cruz, no esté más en esta tierra para
jalarle las orejas.
“Nadie
es profeta en su tierra”, dice una máxima popular, pero como Juan García es ya
un multicultural ciudadano del mundo, que vive despreocupadamente entre las
Américas y las Europas, quizás estemos ante la exigencia lingüística de cambiar
la máxima diciendo, que: “Juanelo es profeta en la tierra”, y con eso evitamos
una larga discusión sobre la identidad del sujeto.
Pues
hoy lo que realmente importa es decir: ¡¡¡Enhorabuena por estas
partituras….!!!!
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