Ramón Peralta, (Poema)

El nadador que una tarde no siguió las indicaciones de su entrenador y tragó agua


Ramón Peralta

Nadar sabe mi llama el agua fría
Miguel Ángel de Quevedo

milésimas de segundo después de perder el calor la temperatura del aliento y sentir el peso del cuerpo en el agua casi desnudo con el vientre contraído muestra las costillas levanta y sesga el brazo desde un ángulo de doce grados y cae en una elipsis casi perfecta para levantar el otro brazo desde un ángulo de doce quince grados para sumergir otra vez la mano en forma de de una daga con los dedos rígidos lleno de fuerza para avanzar casi un metro y perder la voz en un jadeo apenas meta la cabeza y saque
el aire en dos líneas compuestas por pequeñas burbujas esa es su voz para olvidar
los gritos los aplausos el amor el odio el tedio porque hay una sensación al caer al tocar el agua e inmediatamente al flotar perder el vacío ¡Vamos! Le gritan ¡Vamos! ¡Tú puedes! Le gritan o piensa que le gritan rápido muy rápido avanza ahora no tiene voz tiene ese aire que enreda y traga su voz y no puede gritar como un karateca como un futbolista porque él es un nadador que inventa el oficio y su voz ese sonido hueco siempre estará incompleto será un enigma un experimento que roza el fracaso y puede ser la esperanza convertida en el golpe furioso  de un boxeador en el toque de una pelota en la nieve rodeado de pinos en una serie de saltos necesarios para llegar más lejos pero él es un nadador y sus músculos se accionan por pequeñas descargas eléctricas desde su cerebro por el impulso la sangre no hay ninguna diferencia con un escalador con un tenista ¡Vamos! ¡Vamos! Faltan dos vueltas 100 metros menos de 30 segundos sumergido el olor a cloro y las burbujas que no han dejado de subir raudas escapando deformando su condición su redondez de esferas de aire en el agua.
Afuera la tarde se reclina quiero decir se retira con líneas de color rojo y pasados unos segundos siguen rojas pero en esos segundos el nadador avanzase aleja por unos centímetros de otro nadador sonríe satisfecho y en esa distracción del ego del triunfo pequeño sus tobillos se tocan siente perder algunos centímetros todo es un reto un toro una montaña un auto en sentido contrario y nada con más fuerza y respira y siente un asco terrible al tragar un poco de agua recuerda cuando era chico cuando comenzaba con un traje azul clásico de franjas amarillas y tragó agua y su padre movió las manos le dijo: ¡No! Y dibujó una S en el aire. ¡No, así no! le dijo desde su boca algo que no entendió y él pálido en la historia del niño pálido amarillo vomitó una parte de la comida aparentemente digerida  y abre los ojos y ve todo  en un tono azul pero no ve el cielo diminuto en el agua del mundo ve una mancha en azul oscuro como un monstruo que grita pero son las gradas las personas que pagaron 5 o 10 euros y por arriba las luces de las lámparas le ciegan cierra los ojos le dijo pero ella no cerró los ojos y siguió caminando como si fueran desconocidos y le falta rebasar al último competidor que es el primero y se acerca con sus manos abre el agua para que pase yo en un velero y se aleja del grupo del público respira siente su cuerpo en movimientos precisos no hay duda ahora puede ser ese una máquina perpetua pero dentro de la máquina hay un niño en el vientre de la madre y ese niño con los ojos y los puños cerrados patalea y siente los músculos de las piernas los ligamentos la fractura en la rodilla por encima a cinco centímetros la cicatriz de la infancia quiero decir imagina que sube una colina y respira hondo al ver abajo árboles y árboles y una vereda que cruza y se pierde perpendicularmente dónde subió hace algunos años quiero decir siente el amor que le vuelve a punzar en el pecho las burbujas que no dejan de subir quiero decir siente dolor y respira y clava la cara bracea y respira hondo y en un descuido traga más agua y tiene ganas de salir para sacar la cabeza y escupir la dureza del agua ese leve sabor a sal a químicos y tomar sin distracción el desenlace esperado nervioso por el esfuerzo de parecerse a ese el ganador el campeón el héroe a ese pequeño dios que remoja las galletas en la leche y le gustan los gatos y hace una semana al entrar al metro se despidieron con un beso eterno y piensa la tristeza se aleja en el agua



Pharus, revista trimestral gratuita dirigida por el poeta y editor Jesús Rito, acompañado de un equipo de colaboradores de diferentes latitudes que emprenden un viaje escritural, visual y reflexivo a través de sus páginas

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